Necesariamente no todo lo que toca Luguelin Santos es oro, pero al menos en algún metal lo convierte. Todas las veces que este joven de 19 años ha asistido a un campeonato internacional ha traído consigo una medalla. Esa racha comenzó en los primeros Juegos de la Juventud en 2010 donde se hizo con dos medallas de oro (una en 400 metros y la otra en el relevo de 4x400).

En el Mundial juvenil, disputado en Barcelona, España (10 al 12 de julio de 2012) se apoderó del oro con tiempo de 44.85. En los Juegos Panamericanos de Guadalajara ganó dos de plata en su evento principal y el relevo de 4x400. El pasado año en los Juegos de Londres conquistó otra de plata; en el campeonato centroamericano y del Caribe de atletismo, disputado en Morelia, este año ganó bronce en el relevo de su distancia y ahora se apodera de un bronce en Moscú, Rusia.

Puede provocar un descontento para los que están o estamos acostumbrados al oro. Pero abramos los ojos. Un reconocido dirigente deportivo me hizo una observación que nunca he olvidado. Un triunfo dominicano en un escenario mundial “eso es un atrevimiento de nosotros” como país. Lo decía, y estoy de acuerdo con él, por el nivel de país que somos nosotros con respecto a esas grandes potencias.

Luguelin es un joven surgido de Bayaguana (Monte Plata), que ahora sus autoridades lo reclaman como suyo, no así cuando corría descalzo pues no tenía zapatillas deportivas, lo que en ocasiones le provocaba sangrado de sus pies. Eso es algo que ninguno de sus rivales ha vivido. “Esta sangre valdrá la pena un día”, nos comentó años atrás este incomparable joven, con más logros que cualquier atleta dominicano a su edad (19 años). Ojo, vale destacar que Monte Plata es una de las provincias más pobres de la República Dominicana.

Observen esto, por ejemplo. A quien Luguelin le arrebata el bronce es a Jonathan Borlée, de Bélgica. Ese país está colocado entre los primeros 25 más ricos del mundo y su puesto mejora dentro de los de Europa y eso no se compara con la nación dominicana. Para nada.